VIAJE A MONTE ALBÁN
Martha Sánchez Llambí
Ya está. Creo que tengo todo lo que necesito: ropa para cinco días, botiquín de primeros auxilios, lámpara de mano, libreta de apuntes, frutas deshidratadas por si nos da hambre, agua, el regalo para Don Jacinto, dinero, llaves del auto. Perfecto. Claudina seguramente me espera ya, siempre es puntual. La ruta está libre a esta hora, llegaré en diez minutos. Ahora son las cinco de la mañana.
Realmente ha sido un golpe de suerte haber conocido a Samuel hace una semana. Aunque acepto las causalidades (la sincronía del universo que orquesta nuestros actos), en aquel momento no creí que la realización de mi deseo pudiera darse tan pronto. He estado buscando a un curandero de a de veras. Debo hablar con un chamán que posea la sabiduría de las tribus guerreras cósmicas. Es preciso. Tengo muchas preguntas. Mi primo Guillermo posiblemente no comulgue con mis ideas, pero fue muy amable en presentarme a su gran “cuate” de tantos años, escritor y abogado como él.
Samuel empezó a hablarme como si fuéramos viejos amigos. A los diez minutos de plática me dijo que yo tenía que conocer a Don Jacinto. ¿Cómo supo? Bueno, yo ya no cuestiono nada, sé que todo fluye en el momento adecuado. Así que estoy en camino a Oaxaca para encontrarme con este hombre de quien Samuel habla maravillas. En verdad no le conté a Samuel exactamente qué estoy buscando, pero él me dijo que mis preguntas iban a ser contestadas. Estoy llena de expectativas.
Quiero recordar todo lo que leí sobre Oaxaca para no mostrarme ignorante frente a Don Jacinto. El libro explica que Monte Albán se encuentra sobre la cima de una pequeña montaña y la construcción forma un rectángulo limitado por pirámides y altares. Sus pobladores vivieron en un principio al norte de Oaxaca, después viajaron por lo que ahora es el Estado de Puebla y, finalmente, regresaron al sur hasta su desaparición como tribu guerrera. Sus descendientes conservaron la misma lengua. Los mixtecos ayudaron a construir la pirámide de Cholula, en Puebla, cuya base cubre cinco hectáreas y se dice que es la de mayor superficie en nuestro planeta.
Lo que más me sorprende es que, al parecer, una raza desconocida inició la construcción y luego otras culturas la terminaron. ¿Cuál sería esa raza desconocida? El texto dice que bajo la gran pirámide de Cholula existen diez kilómetros de túneles en cuyos muros se observan vestigios de pinturas rupestres.
Los mixtecos narraron su historia sobre pieles de animales, con gran profusión de colores. Toda una cosmogonía con leyendas, chamanes, estrellas. En sus códices hablan de un gran héroe-rey llamado Venado Ocho a quien dibujaban con una garra de tigre en una mano y ocho pequeños círculos dispuestos bajo una cabeza de venado. En el año 1045 Venado Ocho fue a Tula, la capital del Imperio Tolteca. Ce Acatl Quetzalcoatl ya había abdicado. Allí, el gran sacerdote sometió a Venado Ocho a la dolorosa perforación de su nariz para recibir la sagrada joya que simboliza la condición real. Los códices hablan de algo que todavía es un misterio para los antropólogos. Se trata de la visita de Venado Ocho y el rey de Tula a un importante personaje que se dice vivió en la Colina del Sol. Pudo haber sido el lugar en donde Quetzalcoatl enterró los restos de su dios padre, pero nunca se ha encontrado nada que revele ni la identidad de este rey ni el lugar que los dos personajes visitaron. Me pregunto si se trata de lugares que viajeros estelares marcaron con señales que solamente ellos pueden leer.
Más tarde, se descubrieron varias tumbas en donde había ofrendas a base de cristales, ámbar y obsidiana, pero fueron los objetos de oro los que han hecho famosos a los mixtecos en todo el mundo; las copias de las cabezas mixtecas son reproducidas en prendedores y collares para deleite de los turistas. La cultura tolteca decayó, y es una lástima porque fue un pueblo de gran sabiduría, pero los mixtecos continuaron su evolución por un tiempo.
Ahí está Claudina. ¡Cuánto trique lleva!
Después de siete horas de viaje llegamos al hotel en Oaxaca. Me muero de hambre. Comeré algo, además, me regalaré una siesta para reponer energías. Samuel me dijo que se hace como una hora hasta la casa de Don Jacinto. Si salgo a las cuatro de la tarde llegaré bien, con mucha luz; con este calor supongo que la puesta del sol será cerca de las siete de la noche. Claudina va a sacar fotos. Tengo curiosidad por ver la relación que va a hacer entre fotografías –sobretodo de las ruinas– y su pintura. Es tan creativa que algo increíblemente bello va a salir de este plan medio loco que tiene. Ella con sus fotos y su pintura. Yo con mis investigaciones sobre las energías. No me basta comprender la energía de las plantas, necesito sentir a fondo cómo se manifiesta la energía del ser humano, ponerle palabras, vivificar más.
HACIA LA CASA DE DON JACINTO
Llevo cuarenta y cinco minutos de ruta. Las instrucciones de Samuel coinciden hasta ahora; ya di vuelta a la izquierda para entrar al camino de terracería. El auto levanta una nube de polvo espantosa. La boca me sabe a tierra. Seguramente ya falta poco.
Bueno, ahí están los tres olivos. ¡Vaya que están viejos los pobres! Con razón Samuel me dijo que eran como troncos momificados. La casa de Don Jacinto debe ser… ¡ésta! Al fin. Me tomó exactamente una hora.
Por la puerta de madera labrada aparece un hombre como de sesenta años, pelo entrecano, bigote no muy tupido, pantalón de mezclilla, camisa blanca…humm… bonito paliacate, a ver si encuentro uno igual en el mercado, para ponérmelo en la cabeza, como él.
Nos sentamos en cómodos equipales. Los niños me ofrecen limonada que me sabe a gloria. Le pregunto a Don Jacinto cuántos años lleva viviendo aquí, me dice que treinta; se queda pensando y confirma: si, treinta porque cumplí los cincuenta aquí. Ante mi cara de asombro me pregunta ¿qué edad me calcula? Francamente – le digo – como 60. Ríe de buena gana y agrega, acabo de cumplir 80.
Me pregunta sobre mis actividades. Le cuento que soy masoterapeuta, que me dedico a las medicinas alternativas, trabajo en fitomedicina y aromaterapia. Le confío las aventuras que he tenido con mis cultivos y luego él me habla de los suyos. Le entrego el regalo que le traje (sugerencia de Samuel). Lo abre y su rostro dibuja una sonrisa al tiempo que me agradece. Lo palpa. Se muestra complacido. Me dice que ese cuarzo tiene la proporción exacta, y agrega que le será de gran utilidad. Al poco rato entran sus nietos. En sus manos llevan un platón de barro verde vidriado lleno de tamales humeantes y una jarra de barro negro con atole. Es un banquete. Los tamales me vuelven loca. Bebo taza y media de atole. De pronto el sopor me vence. ¿Qué va a pasar ahora?
Don Jacinto me pregunta si prefiero la camita o la hamaca. Qué alivio, porque ya no puedo platicar ni un minuto más. Le digo que la hamaca. Me dan miedo las arañas y los alacranes. En la hamaca estaré mejor, la cama puede tener bichos por debajo. Me dejan sola en esta habitación que seguramente es el estudio. Hay dos gruesos libreros, una mesa de trabajo, un aparato de música y varias hileras de CDs. En un rincón está recargada una guitarra y sobre la mesa de trabajo, un violín. Entre los libros alcanzo a ver dos flautas dulces y un tamborcillo. ¡Qué bueno que tocan música!
De mi bolsa saco la botella de aceite esencial de abedul que siempre me acompaña. Rocío unas gotas sobre la gruesa cuerda de algodón que remata cada extremo de la hamaca, justo en donde se cuelga de la alcayata y también un poco más abajo. Si algún bicho trata de deslizarse hasta mi persona, el olor del abedul lo detendrá. Huele a medicina, es muy penetrante, pero maravilloso como analgésico, es parte de mi botiquín portátil. Ya me siento mejor. Ahora, a dormir.
Oigo cantar un gallo y espero la respuesta de otros a la distancia. No hay nada mejor para mí que ser despertada por un gallo. Siento una presencia y me incorporo sobresaltada.
– No se asuste señorita, me susurra Juana, soy yo. Dice mi abuelito que se aliste.
Veo el reloj. Son las 5AM. ¿A dónde vamos a ir tan temprano?
Me dirijo hacia el lugar desde donde proviene la voz de Don Jacinto. Está en la cocina. Me acerca una taza de té. Bebemos en silencio. Don Jacinto toma un itacate de blanquísima manta y me hace señas. Me lleva hacia el huerto. Me dice que observe los árboles con los ojos entrecerrados. ¡Ah, eso ya lo conozco! Comentamos sobre la energía de las plantas, la bruma que desprenden cuando uno hace contacto y los ve con amor. Todos los frutales están sanos y vigorosos. Sus matas de albahaca, perejil y yerbabuena son enormes. Cuando me acerco percibo su aroma sin necesidad de tocarlas.
Empiezo a conocer a este hombre cuya paz me cobija. Observo como si fuera una cámara de cine recorriendo la escena en full shot. Disfruto la misma plenitud que he recibido de mis propios cultivos. Mis ojos se llenan de lágrimas. En ese momento mi anfitrión me dice que debemos irnos ya. Subimos al auto. Los niños se quedan para esperar a su madre y al resto de la familia que llegará para el almuerzo. Don Jacinto me dice que tome el mismo camino que me trajo acá y que luego siga las indicaciones para llegar a Monte Albán.
En el camino me cuenta la historia de los mixtecos y sus lugares sagrados. Su narración es similar a la que ya conozco, más bien, a la que repasé antes de venir acá porque mi memoria estaba un poco empolvada. Sin embargo, sus palabras y el tono que emplea (no sé por qué lo siento distinto) me dicen algo más. Creo que estoy entrando a un espacio secreto.
Llegamos a la parte menos conocida de este bello rectángulo que el turismo visita. Me estaciono cerca de una roca dos veces más alta que yo, angosta como un obelisco. Caminamos hasta ella. Don Jacinto me pide que me coloque dándole la espalda y mire hacia el frente. Una imponente estela destaca como a veinte metros. En voz cada vez más suave Don Jacinto me va dando instrucciones: “Respire profundo. Limpie su mente de toda expectativa. Haga de cuenta que está parada en el centro de una carátula de reloj. Ahora dé dos pasos hacia las once horas.”
¿Qué fue eso? La tierra está temblando. No, soy yo la que tiembla. Mi cuerpo está vibrando con fuerza, algo me levanta, siento que estoy suspendida como a un metro del suelo. Veo cosas que pasan frente a mÍ y al mismo tiempo sigo viendo la escena anterior, los muros de las ruinas, las grecas, la estela frente a mi, los árboles y los matorrales. No veo a Don Jacinto. Quiero voltear hacia atrás, pero no puedo, me siento muy ligera y al mismo tiempo voy hacia adelante tratando de pasar a través de una atmósfera gelatinosa.
Escucho ruidos desconocidos. Algo atraviesa mi pecho, pero no me duele. Estoy rodeada por cristales de cuarzo de diferentes tamaños. Son como los muros de un lugar fantasmagórico; veo formas borrosas, creo que me tienden sus brazos, parecen docenas de manos que suavemente me levantan y me lanzan hacia arriba. Estoy viajando a gran velocidad. No puedo mantener los ojos abiertos. El ruido es insoportable. No siento mi cuerpo. No puedo respirar.
Abro los ojos. Don Jacinto sacude mis hombros y me pregunta. “Señorita Silvia, ¿se encuentra bien? Respire profundo. Estoy aquí con usted. Respire lentamente.” Me doy cuenta que estoy en el suelo, tirada, Don Jacinto está en cuclillas. Estamos en el mismo lugar que marcó el inicio de los pasos hacia las once horas.
No puedo creerlo. ¿De qué se trata todo esto? Empiezo a caminar. Pero no siento el piso, es como si flotara. Poco a poco vuelvo a la realidad. El aire está tibio. Una luz entre amarillo y verde ilumina los muros de Monte Albán. Me recuerda a la claridad que surge cuando en una parte de la ciudad hay nubes negras y en la otra estamos iluminados por el sol que muere. La lluvia aparece, ligera, pero no alcanza a opacar el resplandor del atardecer. El perfecto color rosado que disfrutamos en una puesta de sol, en ese momento se transforma en un brillante amarillo-verdoso. Siempre me ha sorprendido esa luz tan especial, tan clara, como si se tratara de millones de focos de gran potencia. Así la percibo ahora Parece que las grecas van a salir disparadas de los edificios. Tienen vida, palpitan. Son extraordinariamente bellas. Nunca antes las supe apreciar. ¿Cómo es que nos olvidamos de nuestras más preciadas reliquias?
Percibo algo en mi pecho. Me llevo la mano al sitio que conozco como el lugar del timo. ¡Qué bien se siente! Pero, ¿qué es lo que siento? No puedo describirlo, es algo nuevo y al mismo tiempo es algo que ha estado allí siempre. Siento ganas de volver la cabeza como en busca de alguien. Miro hacia atrás. Allá está Don Jacinto. Corro hacia él. Su sonrisa es tan serena y protectora, como si me estuviera esperando.
Me da un beso sobre la frente y hasta ese instante me doy cuenta que sus manos cubren mi cabeza. Son cálidas, más que eso. Me acompaña hasta mi auto y luego se aleja lentamente. Entro al auto y veo el itacate. Abro el amarre y mi ser se llena de gozo. Don Jacinto me ha regalado un quesillo, ate de fruta y polvorones hechos en casa. El olor a canela se esparce de inmediato. Mi estómago grita dolorido y ávidamente empiezo a comer un polvorón. Hay otro pañuelo de manta, bordado con rojos, amarillos y verdes tan brillantes como si nunca antes hubiera visto semejante tejido. Los colores me parecen totalmente diferentes, son más vivos, respiran. La tela está repleta de animales y estrellas. Voy a estudiar este bordado porque sé que narra una historia, como los bordados huicholes. El pañuelo guarda tres plumas maravillosas. Quizá son de halcón o de aguililla. ¡Qué hermoso regalo! Tomo una y con ella rozo la palma de mi mano. Siento su energía. La emoción hace que se me enchine la piel. Dentro de tres meses le pediré a Don Jacinto que me enseñe a usarlas para curación.
Regreso al hotel. Me encuentro con mi amiga que se dispone a ir al mercado, al grandioso mercado de la Ciudad de Oaxaca. Después de abrazarla le digo que la voy a acompañar todo el día, almorzaremos y me deleitaré viendo canastos y cazuelas de barro. Mi querida Claudina sabe que en su momento podré contarle todo lo que experimenté gracias a ese hombre maravilloso, sabio chamán, que desde hoy es mi gran amigo.
Ajusco, enero, 2002
Viernes 28 de abril, 2017
HABLEMOS DE LA ESPERANZA
Este es mi sentir, acompañado por algunas frases de Deepak Chopra
Todos queremos ofrecer Esperanza a los demás.
Con frecuencia, en tiempos de confusión sentimos que, a pesar de esforzarnos, nada funciona, nos convencemos que no podemos esperar nada de la vida. Para muchos, el sentido de desesperanza está unido a la depresión.
Sin esperanza, las personas se deprimen, y lo hacen porque creen que no merecen ser felices. El problema es que cuando se pierde la esperanza, se vive en el pasado. y las memorias del pasado son fantasmas en la mente.
Sin embargo, siempre hay opciones, por lo tanto, cuando las personas pierden la esperanza pueden encontrar la solución en ellas mismas, en vez de esconderse en una vida miserable. La esperanza es creer en la calidad, en los valores de Quien Tú Eres. Se trata de recuperar la auto confianza en ti mismo.
Las personas sin esperanza viven en la incertidumbre, tienen miedo y la ansiedad nunca las abandona. Tener conciencia de tus valores a través de la meditación te hará recordar lo importante que eres en esta realidad. Además, cuando quieres darle ánimo a otros para sacarlos de su desesperanza, es importante que los centres en su conciencia, asegurarles que son amados y fuertes.
El primer paso para darle esperanza a otra persona es escucharla, no tratar de cambiar la situación según tus propios conceptos. Observa lo que esa persona está viviendo, lo que representa para ella su realidad. Cuando le hables hazlo directamente, tomando en cuenta lo que siente, lo que espera. Hazle ver con claridad y sencillez que el momento presente es el único lugar en donde el cambio puede ocurrir.
No juzgues, no ofrezcas expectativas, escucha a la otra persona con el corazón, mantén todo en el nivel de la realidad y sé el ejemplo que esa persona espera ver.
Permite que tu propia introspección, tu apreciación más profunda, surja con toda humildad y compasión. Cuando hables pon atención a las cosas buenas que la otra persona tiene que ofrecer, no como tú crees que debería comportarse.
El momento presente es el lugar de la esperanza, porque en cada momento presente el Aquí y el Ahora es la única forma de ver las cosas reales.
El primer paso es preguntar y escuchar desde el nivel del corazón.
Habla de la esperanza que ves en la otra persona… este es el momento preciso para el cambio y es lo único real.
Recuerda esta frase: Mi esperanza está aterrizada en una realidad muy profunda.
Mantra: Om im shriim (significa: inteligencia y conciencia ilimitadas)
Nos dice Deepak Chopra: Este mantra enlaza la inteligencia ilimitada y los recursos de la conciencia más pura, para apoyar todas nuestras esperanzas y aspiraciones.
Martes 25 de abril, 2017
Seguramente has vivido momentos en los que dudas de ti y de todo lo que está sucediendo alrededor tuyo. No temas, las cosas están siempre trabajando para ti; lo único que tienes que hacer es calmarte, escuchar y tener fe en todas las cosas que mereces.
El siguiente pensamiento fue crucial para mi desde joven, tanto, que resultó en el tema de mi primer libro publicado: “Se fiel a ti mismo”
Mi libro se tituló “Sé Fiel A Quien Tú Eres”… y en verdad se trata de algo universal y eternamente cierto. Siendo fiel a quien tú eres te mantendrá en la claridad de pensamiento, en un estado de calma que te permite relacionarte con los demás y, siempre, estar dispuesto a ayudarlos. Pregúntate, ¿cómo puedo servir a los demás? ¿Cómo puedo ayudar? Dar lo bueno que hay en ti es la mejor manera de estar en Todo Lo Que Es; tener la capacidad de interrelacionarte, comunicarte y conocer al otro, para que el otro pueda hacer lo mismo respecto de quien tú eres. Este es el único camino para estar alineado, para estar en iguales circunstancias, es decir, igualar la energía divina. Porque todos somos seres vibracionales y el propósito de nuestra vida es ser dichosos. Por lo tanto, mantén en tu corazón este pensamiento: “Me uno a los demás para darles esperanza.”
Las sabias palabras de Abraham, en boca de Esther Hicks, nos aseguran que después de la muerte sólo hay más vida. Y esto es sumamente consolador, es el gran cambio, lo opuesto a lo que nos han dicho la sociedad, las costumbres, las tradiciones… que la muerte es el fin (y quizá iremos al paraíso, pero, quién sabe, porque todos somos pecadores… amenazas para mantenernos en el miedo y la culpa). . Ahora sabemos que esta corta experiencia que estamos viviendo físicamente no es más que una oportunidad para conocernos a fondo, para reconocer nuestros valores como seres eternos que después continuaremos nuestra jornada en vida, vida y más vida en la Luz.
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Viernes 21 de abril, 2017
Para conectarnos siempre con el espíritu y avanzar en el camino de la conciencia es preciso nutrir nuestra auto estima, así proyectaremos seguridad y alcanzaremos nuestras metas. También necesitamos estar en el amor incondicional, en la transformación de nuestro sistema de creencias para eliminar actitudes obsoletas. Dejar ir pensamientos negativos y emociones limitantes. Tomar decisiones que nos favorezcan y que sean compasivas para ayudar a los demás. Observar siempre con atención y curiosidad. Por último, reflexionar sobre Todo Lo Que Es a través de la meditación.
Jueves 20 de abril, 2017
Después de probar esta receta por primera vez se podrá tomar la decisión de hacer más cantidad porque una taza es poca cantidad para una familia normal y a los niños les encanta con un poco de compota de fruta o mermelada encima.
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Viernes 14 de abril, 2017
Te pido meditar sobre la Compasión y enviar olas de esta energía del corazón hacia todo ser vivo en nuestro planeta. Todos, sin distinción de raza, nacionalidad o status, recibirán una cálida presencia, y una sonrisa se dibujará en sus labios. porque este día les ha traído un momento de dicha. No sabrán por qué, pero se sentirán ligeros y animosos. Así será. Yo lo hago en este instante; y si te unes a mí, para hacerlo todos los días, por supuesto que lograremos la gran transformación: el cambio de conciencia y la armonía que tanto necesitamos. El cambio es inminente, podemos acelerarlo.
Jueves 113 de abril, 2017
Cualquier forma de meditación que estés practicando – respiración, visualizar una imagen, cantar mantras – está bien siempre y cuando aceptes, de manera constante, que eres un ser libre, que el milagro que buscas hace tiempo que te rodea y está en ti.
Miércoles 12 de abril, 2017
SOBRE EL ENOJO Y EL ODIO
El poeta Henry Wadsworth Longfellow escribió
“Si pudiéramos leer la historia secreta de nuestros enemigos, encontraríamos en la tristeza y sufrimiento de cada hombre lo suficiente para desarmar toda hostilidad.”
Martes 11 de abril, 2017
Poema que escribí en 2006 sobre el sentido del Gusto
“TURGENCIA”
Su redondez me atrae,
me enloquece ese magno volumen
vestido de sensual aroma.
Acaricio el suave terciopelo
y, con pasión,
clavo mis dientes
en tan exquisita turgencia.
¡Ah!, no estaba equivocada,
sus jugos son ambrosía,
inundan mi boca y,
en torrente,
se deslizan por mi garganta.
Imposible contenerlos…
Una vez más, el éxtasis me invade,
el clamor surge, incontenible,
y mi voz, agradecida, canta
¡Vivan los melocotones!
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Lunes 10 de abril, 2017 (Mercurio inicia Retrógrado)
Estos son mis pensamientos que te dedico. Van llenos de energía del corazón.
CREO
Creo en la presencia Divina.
Creo en la bondad del ser humano.
Creo en el amor expresado abiertamente.
Creo en la alimentación natural.
Creo en la capacidad que tenemos los seres humanos para auto sanarnos.
Creo en la evolución de la conciencia.
Creo en este ciclo de transformación personal, para establecer un equilibrio espiritual en el planeta.
Creo en la compasión.
Creo en la interrelación comunitaria.
Creo en una energía superior creadora de Todo Lo Que Es.
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